El mundo nos esconde,
Donde somos almejas
Encaparazonadas, llenas de muzgos,
Pero alguien nos descubre,
Nos saca de la piedra en que estábamos pegados a la costa-mar,
Olas repartiendo sus espumas,
Y nos abre, nos destaca de la concha,
Nos cocina en buena olla al fuego ardiente,
Y nos come con sabor al diente